Edición: 1ª ed.
Descripción física: 497 p.; 24 cm.
ISBN: 978-84-204-1309-9
CDU: 821.134.2-31"19"
Signatura: N PÉR tan
Precio: 21 euros en la Casa del Libro (9,49 euros en formato digital).
TANGO EN TRES TIEMPOS
Si no recuerdo mal, este libro me tocó en un sorteo que organizó en Twitter su editorial, a las pocas semanas de que se hubiera publicado. Eso fue allá por 2012, pero para variar, con mi retraso de lecturas, no me pude poner con él hasta hace pocos meses; y eso que le tenía unas ganas locas...
Argumento y personajes
La historia que nos cuentan en esta novela son en realidad tres partes de una misma historia, que tienen lugar en tres épocas diferentes. El libro comienza con el protagonista indiscutible (en mi opinión, que conste) de toda la trama: Max Costa, que trabaja como chófer y que desde el volante de su coche divisa a Mecha Inzunza, el gran amor de su vida, y a quien hacía décadas que le había perdido la pista. A partir de este momento, el autor nos irá desvelando todos los secretos de esta gran historia de amor: cómo se conocieron Max y Mecha, en qué lugar y en qué situación, cómo acabaron juntos a pesar de las extrañas circunstancias que los rodeaban, cómo después acabaron separándose durante años, y cómo transcurrieron desde entonces las vidas de ambos.
De este modo, descubriremos que el primer tramo, cronológicamente hablando, de esta historia ocurre en los años 20 del siglo pasado, a bordo de un transatlántico de lujo en el que Max trabaja como bailarín. Allí conocerá a Mecha, en aquel entonces casada con el compositor Armando de Troeye, que anda buscando componer el tango perfecto. Los tres desembarcarán en la ciudad de Buenos Aires y guiados por Max recorrerán los barrios bajos de la ciudad, aquellos en cuyos locales se baila el tango de verdad y no el que se suele ver en otros sitios (en los barcos de lujo, por ejemplo). Armando ha visto bailar a su mujer y a Max en varias ocasiones a bordo de ese barco, y está empeñado y hasta obsesionado por sumergirse en el mundo real bonaerense para conseguir componer ese tango que él está seguro de que lo hará famoso.
La segunda parte de la historia transcurre en Francia, en la Costa Azul, durante los años en los que en España está teniendo lugar la Guerra Civil. Max y Mecha volverán a encontrarse por las calles de Niza (es el momento en el que Max reconoce a Mecha mientras está al volante del coche de su jefe) y retomarán ese romance que tuvieron hace años, cuando Mecha estaba casada y Max era un espíritu libre. Aquí además habrá una historia algo oscura, que incluye hasta algunos episodios de espionaje. Y finalmente, la tercera parte tendrá su escenario en los años 60 en la localidad italiana de Sorrento. Allí tiene lugar un torneo de ajedrez que nos dará más de una sorpresa, entre otras un nuevo encuentro de Max y Mecha, cuyas vidas han dado mil y un giros (y no me refiero únicamente al baile).
Mis impresiones
No recuerdo dónde leí que, aunque Pérez-Reverte publicó este libro en 2012, en realidad hacía muchísimos más años que tenía esta historia perfectamente definida en su cabeza. Una historia que gira por completo alrededor de un tango; y es que, como dice Max en alguna ocasión, hay tangos para morir y tangos para matar. Y a veces no se sabe muy bien cuál es cuál. Ya comentaba que hasta hace pocos años no había tenido yo ocasión de leer absolutamente nada de Pérez-Reverte, salvo alguna que otra de sus columnas periodísticas; y cuando por fin me animé con su obra literaria, me di cuenta de todo lo que me había estado perdiendo durante todo ese tiempo. Pero como se suele decir, nunca es tarde; sobre todo si la dicha es buena, como en este caso.
Y es que yo suelo ser muy puntillosa (a veces demasiado, lo confieso) con lo que leo; no tanto por las historias en sí, que también, sino principalmente por la forma en la que están escritas. Y no solo me refiero al estilo que tenga un determinado autor, sino al uso correcto o no que hace del lenguaje. A veces, quienes me conocen me dicen que es como si tuviera un radar para detectar las erratas; y sin embargo con Pérez-Reverte es imposible, o al menos hasta ahora a mí me ha resultado imposible, encontrar una sola incorrección ortográfica o gramatical en absolutamente nada de lo que escribe. Independientemente de que algunas de sus historias me hayan gustado más y otras menos, su uso del lenguaje es impecable. En el caso de esta historia, además, los personajes están perfectamente perfilados, aunque también es cierto que esto suele ser bastante habitual en las novelas de Pérez-Reverte. Pero sin duda me quedo con Max Costa, mi personaje favorito en este caso; y es que Max es un buen hombre, pero tiene un pasado un tanto oscuro, con episodios en los que ha sido incluso mercenario. Y a pesar de ser un tipo duro (creo que hay que serlo para dedicarse nada menos que a ser mercenario en la vida), no duda en hacer el bien siempre que puede, e incluso en jugarse la vida si hace falta por una mujer. Es todo muy romántico, aunque a veces esto de jugarse el pellejo con alguien no resulte como uno espera. Porque Mecha es una mujer en toda regla, de esas de rompe y rasga (me encanta además la foto de la portada del libro, en la que aparece una Grace Kelly elegantísima; que podría incluso ser la propia Mecha), y no se lo pondrá nada fácil a Max.
Por supuesto aparecen muchos más personajes, desde los habituales de los bajos fondos de Buenos Aires hasta los sicarios para los que trabaja Max en una época de su vida, e incluso aparecerán unos rusos; claro que estando por medio el ajedrez, lo raro habría sido que no aparecieran en algún momento. Todos ellos, en cualquier caso, ya digo que están perfectamente retratados y de hecho a más de uno nos darán ganas de matarlo directamente porque en algunos pasajes nos lo harán pasar realmente mal. Y es que entre la facilidad que tiene Pérez-Reverte para contar historias y la que tengo yo para sumergirme en ellas, os podéis imaginar el resultado.
Una de las cosas que más me gustó de esta novela fue que iremos conociendo los detalles de la historia a través de saltos en el tiempo; el autor nos irá desvelando los secretos de los personajes viajando hacia atrás y hacia adelante en el tiempo, alternando los tres momentos que os mencionaba, durante todo el desarrollo de la novela. Y como siempre (aunque hago hincapié en que por supuesto unas historias de Pérez-Reverte gustarán más que otras), maneja de forma magistral los giros en la historia, el hecho de proporcionarnos datos muy poco a poco, de manera gradual y descubriéndonos cada detalle según vamos avanzando en la lectura. A través de esos saltos en el tiempo, aprovechará para irnos proporcionando esos detalles con cuentagotas; habrá ratos en los que estaremos absortos en uno de los espacios temporales, y de repente nos daremos cuenta de que hemos pasado a otro y esto nos dejará con la miel en los labios, con la intriga de saber qué pasará a continuación o qué habrá sido de determinada situación o de determinado personaje. Y en esto, Pérez-Reverte también es un maestro; que en unas novelas lo haya conseguido mejor que en otras está claro, pero desde luego aquí lo borda.
Además del estilo tan propio que tiene el autor al escribir, que se identifica durante toda la lectura, hay algunos detalles, pasajes, escenarios, que mientras leía esta novela me recordaron a otras suyas que ya había leído antes. Por ejemplo una de ellas es precisamente el ajedrez, del que ya pude disfrutar cuando leí La tabla de Flandes aunque en el caso de la novela de la que hoy os hablo, el ajedrez va por otros derroteros que nada tienen que ver con esta historia; pero prefiero no desvelar nada, porque cuando empezaron los pasajes relacionados con este juego me llevé toda una sorpresa. Y por supuesto el mar, que está presente en la mayoría de las novelas de Pérez-Reverte y que a veces incluso es un protagonista más de sus historias; en este caso además la narración comienza precisamente en el mar, a bordo de un transatlántico. Imagino que la gente que ha tenido la suerte de nacer en un lugar con mar, tiene el mar siempre presente.
Conclusión
Aunque imagino que ya lo habréis intuido, he disfrutado muchísimo leyendo esta novela. Nunca me cansaré de decir que Pérez-Reverte no solo cuenta historias buenas sino que además lo hace bien: este libro nos narra una historia (en realidad tres historias en una, ya sabéis) que lo tiene prácticamente todo: es apasionante, romántica a ratos y muy subida de tono en algunos momentos (los pasajes de tensión sexual entre Mecha y Max son dignos de leerse y disfrutarse en condiciones); tiene unos personajes definidos de forma magistral y por supuesto reiremos con ellos, sufriremos con ellos y tendremos ratos de pasarlo realmente mal con ellos; y por si todo esto fuera poco, encima está bien escrito. Y no me refiero solo a la forma de contar la historia, sino al uso correcto del lenguaje, que nunca puedo evitar fijarme en si hay erratas en las novelas, faltas de ortografía y demás; y aquí, como siempre pasa con él, no hay ni una sola.
Solo me queda recomendaros la lectura de esta novela sin ningún género de dudas. Puede que el autor no os caiga bien, o puede que sí, pero en cualquier caso ya decía que yo no me quedaría en la superficie sino que me centraría únicamente en la historia. Seguro que os atrapa desde el principio hasta el final.
Pues no me cae nada bien, no ... No lo aguanto. Y es cierto que eso hace que no me acerque a su obra. Sólo he leído suyo un relato corto ("Cachito"), bueno, y antes leía sus columnas. Ahora nada. Me ha desencantado. Eso sí, si me pidiera tomar un té pa' explicarme porqué esos aires de superioridad, lo aceptaría ...
ResponderEliminarbsos!
Pues nada, la próxima vez que me cruce con él por los Madriles le digo que quieres un té con él y que te dé explicaciones, jajajaja.
EliminarLas personas que PERCIBEN algo mas que el resto siempre tienen reticencias de los que no lo hacen. De los para mi VIP (Valientes e Inteligentes Personas) mas lúcidos, tiernos y humanos, que tengo constancia. Saludos
EliminarEsto de las reticencias es complicado... Gracias por la visita.
EliminarHe de admitir que la obra de Pérez Reverte me echa un poco para atrás, y no porque él no me guste porque la verdad me encanta su manera de "dar caña", pero es que ya hace muchísimo tiempo empecé a leer "La tabla de Flandes" y me resultó aburridísima y desde entonces no he vuelto a leer nada más de él a excepción de sus columnas (y no siempre). Aunque admito que he pensado en darle una oportunidad a su última novela...
ResponderEliminarA mí sin embargo "La tabla de Flandes" sí me gustó, aunque reconozco que si estás pez en temas relacionados con el ajedrez se te puede hacer un suplicio leerlo. De todas formas no es mi novela favorita de Pérez-Reverte, aunque yo te animaría a que no te echara para atrás.
EliminarNo me llama demasiado!
ResponderEliminarBesos!
Ya sabes que para gustos... Pero no sabes lo que te pierdes. ;-)
EliminarSalvo su Alatriste, no logro conectar con el resto de novelas de este autor. Pero por lo que cuentas de ésta, creo que esta vez podría.
ResponderEliminarBesotes!!!
Pues yo precisamente empecé con Alatriste y ahí lo tengo a medias, que solo leí dos de las novelas.
Eliminarhttp://novelaenconstruccion.com/2012/04/
ResponderEliminar¡Qué bueno! Muchísimas gracias.
EliminarLa verdad es que no es de mi estilo pero
ResponderEliminarmil gracias por la reseña :D
Te sigo, me sigues?
Un beso.
Bueno, igual te llevarías una sorpresa si te animas a leerlo. ;-)
EliminarEste creo que no es para mí...
ResponderEliminarBesotes
Sobre gustos... ;-)
EliminarPues tomo nota. Por regla general no acostumbro a leer a Reverte. Bueno, "no acostumbro" suena muy fuerte jeje. Me refiero a que hace mucho tiempo que no leo nada suyo, así que, anotado queda. Besos
ResponderEliminarPues si te animas ya me contarás.
EliminarYo, sin embargo, me llevo mal con este hombre, la verdad, me pone de los nervios aunque no me dejo llevar por esos prejuicios y he visto que esta novela ha gustado mucho, llama también la atención que es un giro algo radical de lo que nos tiene acostumbrados. Besos :)
ResponderEliminarA mí también me pasaba, que me dejé llevar por los prejuicios y luego me di cuenta de que me estaba perdiendo algo muy grande.
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