sábado, 2 de julio de 2016

Sesenta kilos - Ramón Palomar

Edición: 1ª ed.
Publicación: Barcelona: Grijalbo, 2016
Descripción física: 319 p.; 23 cm.
ISBN: 978-84-253-4933-1
CDU: 821.134.2-31"19"
Signatura: N PAL ses
Precio: 16,90 euros en la Casa del Libro.





AL MÁS PURO ESTILO ESPAÑOL

Con tanto lío de lecturas, por más vueltas que le he dado a esto no he conseguido recordar cómo me llegó esta novela. Imagino que, como todas mis demás lecturas en formato electrónico, o bien la compraría en Amazon, o en alguna de mis páginas habituales de libros, o incluso que el propio autor me lo enviara, aunque no me suena que en este caso fuera así; no hay forma de que lo recuerde, pero la verdad es que me puse con él un poco a la aventura, a ver qué pasaba, y resultó que me llevé una sorpresa de lo más grata.


Argumento y personajes

La historia comienza con Charlie y Nene, dos pringadillos de poca monta que se dedican al tráfico de droga a las órdenes de Anselmo Antúnez, a quien todos conocen como Frigorías, más tarde sabremos que debido a su sangre fría. Su "trabajo" es fácil y prácticamente siempre el mismo: Frigorías los manda a la ciudad portuguesa de Oporto, ellos recogen la droga en el sitio convenido y vuelven con el cargamento a Valencia, donde su jefe tiene el cuartel general. Hasta que un día las cosas cambian.

Cada vez que van a Oporto, Charlie y Nene suelen rematar el trabajo viviendo alguna noche loca y emborrachándose; pero esta última vez, aprovechando que Nene cae en la cama casi sin conocimiento después de la cogorza, Charlie decide que ya no va a seguir siendo un Don Nadie y, sin avisar, desaparece y deja a Nene solo en el hotel, con el detalle de que se lleva además los sesenta kilos de cocaína que habían ido a recoger. Cuando Nene se despierta a la mañana siguiente, se vuelve loco buscando a su compañero porque además no recuerda absolutamente nada de lo que ha ocurrido la noche anterior; tan solo sabe que ha vuelto a tener una de sus pesadillas, esas de las que se despierta llorando y empapado en sudor, debido a su pasado como legionario en África. Y cuando vuelve a Valencia para informar a Frigorías de lo que ha ocurrido, todos se pondrán en marcha para localizar a Charlie; la reputación de Frigorías, un hombre conocido por ser frío y calculador, está en juego y eso es algo que él no puede permitir bajo ningún concepto, o le perderían el respeto en este mundillo.

Esta loca búsqueda, en la que iremos persiguiendo a Charlie y a los sesenta kilos de cocaína que ha robado, nos llevará por algunos puntos de la geografía española como Valencia, Madrid y Algeciras; y como ya he mencionado, también por la localidad portuguesa de Oporto y, un poco más al sur, por Tánger. Por supuesto, en este recorrido nos iremos encontrando con otros personajes secundarios, a cuál más surrealista. Quien encabezará la búsqueda de Charlie a las órdenes de Frigorías será Mauro García, alias Tiburón, ya que su marca de la casa suele ser arrancarle a la gente, de un mordisco, el lóbulo de una oreja. Y a través de él conoceremos también a Amapola, que lo comprenderá mejor que nadie y lo ayudará a cambiar su vida; y es que todos son conscientes de que el mundo en el que se mueven no es el mejor, y de alguna manera todos quieren hacer un intento por cambiar la vida que llevan.

Como no podía ser de otra manera, tratándose del mundo de las drogas, era lógico que apareciera más gente que se dedica a los trapicheos en este mundillo; pero sin duda los mejores de todos, para mi gusto, son el Marqués, un patriarca gitano que está al mismo nivel que Frigorías en cuanto a fama; y dos de sus sobrinos, Arturito y Yeyo, que son los que ayudan a su tío a resolver los distintos embolados en los que uno se suele meter cuando se dedica al tráfico de drogas...


Mis impresiones

Ahora que por fin he conseguido vencer a la maldición del libro a medias y si una lectura no me convence la dejo de lado sin remordimientos, confieso que cuando empecé a leer esta novela estuve a punto de dejarla en las primeras páginas, porque no estaba segura de que me fuera a convencer la historia. Pero fue sólo la impresión de esas primeras páginas, porque decidí continuar para ver si mejoraba la cosa, y vaya si lo hizo; ya casi no pude dejar de leer porque, fue avanzar la historia un poco más, y tenía que seguir adelante para saber qué les iba a ocurrir a los protagonistas; a todos, porque como veremos es una novela con un buen número de personajes que son prácticamente igual de importantes.

Además, el autor ha sabido retratarlos perfectamente; de todos ellos iremos conociendo poco a poco pinceladas de su carácter, sus motivaciones, las razones por las que actúan de una manera y no de otra, las aspiraciones que tienen en su vida... No es una vida nada fácil, desde luego, porque aunque personalmente nunca he estado metida en el mundo de las drogas, imagino que tiene que ser un estrés continuo pensar que estás tratando con gente que no se detiene ante nada y que en cualquier esquina te pueden pegar cuatro tiros; o que si no andas con ojo, puede ser que tú mismo termines igual de mal que los yonquis que te compran droga y que acaban muertos por una sobredosis; o que la policía puede que acabe capturándote... Pero a lo que voy es a que los personajes son totalmente creíbles; ya digo que personalmente no he tenido nunca nada que ver con el mundo de las drogas, pero sí recuerdo perfectamente que en los años 80 era muy habitual en distintos barrios de Madrid ver yonquis por la calle, e incluso alguna que otra vez he visto a más de uno pincharse a plena luz del día. Y más o menos estaban todos cortados por el mismo patrón que los personajes que aparecen en la novela: las pintas que tienen, el ambiente en el que viven y se mueven, y desde luego su forma de hablar y su vocabulario; si eres de las personas que se escandalizan por oír o leer tacos, mejor ni te acerques a esta novela porque el lenguaje que utilizan la mayoría de los personajes no es precisamente poético.

La novela se lee muy rápido porque el ritmo de la historia es de lo más ágil, y no dejan de ocurrir cosas continuamente, a cuál más descabellada y delirante. Unos de mis momentos preferidos, o los que más me hicieron reír, fueron los protagonizados por Arturito y Yeyo, los que mencioné que son sobrinos del Marqués. Esos dos hermanos que van de traje, con sus patillas en plan Curro Jiménez, y que se santiguan y se encomiendan a Camarón cada vez que van a realizar cualquiera de los encargos que les hace su tío, protagonizan pasajes memorables. Y desde luego la forma en la que el autor retrata a los clanes gitanos es, simplemente, genial.


Conclusión

Fue toda una sorpresa descubrir esta novela. Y desde luego me alegro de no haberme dejado llevar por las impresiones que me provocaron las primeras páginas, porque si la hubiera dejado a medias está claro que me habría perdido una lectura de lo más acertada. Por lo general suelo ir más a lo seguro porque hay autores con los que ya tengo claro que voy a acertar, pero me gusta que de vez en cuando me pasen cosas como esta, que llega una novela a mis manos, ni recuerdo cómo ni de dónde, y me llevo sorpresas así.

No tengo ni idea de cómo serán el resto de novelas de Ramón Palomares, y tampoco soy muy de leer recopilaciones de artículos periodísticos (sólo en alguna ocasión he leído los de Pérez-Reverte y los de Pedro Simón), pero quizá a este autor le dé una oportunidad porque la verdad es que, después de leer Sesenta kilos, tengo curiosidad de ver cómo es su estilo literario en otros ámbitos. Lo que sí tengo claro es que ha conseguido escribir una novela auténticamente española, y es que las cosas que ocurren, cómo ocurren y por qué, y sobre todo quiénes las protagonizan, está claro que sólo puede ser en un país como España. Y es que todos los personajes y todas las situaciones nos resultarán tan familiares que no podremos evitar identificarnos con ellas, aunque sólo sea un poco, y desde luego aunque no tengamos nada que ver con el mundillo en el que se mueven nuestros protagonistas.

Para mí, desde luego, esta lectura ha supuesto una auténtica sorpresa de lo más agradable, así que sólo puedo deciros que si os gusta el género negro, seguro que vosotros también disfrutaréis de la novela; y si el género no os gusta, al menos podréis disfrutar de una aventurilla frenética, surrealista y en algunos momentos hasta romántica y divertida. Y es que también en el mundo de los bajos fondos hay amor y humor...