viernes, 13 de enero de 2017

La leyenda del ladrón - Juan Gómez Jurado

Imagen: web del autor.
Edición: 6ª ed.
Publicación: Barcelona: Planeta, 2015
Descripción física: 662 p.; 24 cm.
ISBN: 978-84-08-00499-8
CDU: 821.134.2-31"20"
Signatura: N GÓM ley
Precio: 10,95 euros en la Casa del Libro (6,99 en formato electrónico).







SANCHO EN LA SEVILLA DE FELIPE II

Hace algunos meses me estrené con Juan Gómez Jurado leyendo El paciente, pero no llegué a escribir reseña sobre esta novela; y ayer mismo terminé de leer La leyenda del ladrón y me ha gustado tanto que he decidido dedicarle unas líneas. Llevo una temporada en la que el ritmo de lectura está yendo bastante más rápido que el ritmo de reseñar, y ya que dejé pasar El paciente sin escribir sobre ella, no he querido que a esta novela le pasara lo mismo. Y es que si con la anterior varias personas me habían creado tantas expectativas que finalmente no fue lo que esperaba, no puedo decir lo mismo de esta historia.

La sinopsis de la novela, extraída de la propia web del autor, nos cuenta lo siguiente:
Prepárate a transportarte a la Sevilla del XVI, a un fascinante mundo de mendigos y prostitutas, nobles y comerciantes, espadachines y ladrones. El amor, la pasión y la venganza son los pilares de esta magistral novela de aventuras en torno a un niño salvado misteriosamente de la muerte, que crecerá para erigirse en la última esperanza de los desfavorecidos.
El destino de Sancho y el de quienes le rodean hunde sus raíces en los secretos orígenes de la literatura..
Al leer esa sinopsis pensé que estaba ante una novela histórica, que es uno de mis géneros favoritos; pero la verdad es que no imaginé que la historia me gustaría tanto; y es que no es una novela histórica sin más, sino que también hace una de las cosas que más me gustan en este tipo de novelas, que no es otra que el hecho de que se mezclen personajes ficticios con personajes reales, dando así lugar a situaciones que habrían podido ocurrir sin ninguna duda. Lo más llamativo es que, según me han dicho varias personas que han leído bastantes novelas de Gómez Jurado, es que este género no es en el que más se prodiga sino que su "especialidad" es más bien el suspense.

A través de esta lectura viajaremos, como adelanta la sinopsis, a la Sevilla del siglo XVI, que en aquella época era considerada la ciudad más importante del mundo; y conoceremos la historia del protagonista principal de la novela. Cuando un soldado llega a una venta que parece abandonada, descubre el cadáver de una mujer y un niño, que parece ser su hijo, y que milagrosamente ha sobrevivido a la peste. El soldado decide llevar al niño a un orfanato sevillano para que los monjes se hagan cargo de él; y este niño no es otro que Sancho, que el padre Lorenzo intuirá enseguida que tiene una inteligencia fuera de lo normal. Esto le traerá no pocos problemas, y por circunstancias de la vida y de su carácter rebelde, acabará ganándose la vida con Bartolo, un enano que se dedica al oficio de caco (me encanta esta palabra).

Por supuesto no podremos evitar encariñarnos con Sancho, aunque el resto de personajes están tan bien descritos que acabaremos por conocerlos a todos casi como si fueran de la familia; pero claro, el que más nos interesa es Sancho, y es que al pobre no le pueden pasar más cosas... De su mano iremos conociendo al resto de protagonistas: Josué, el comerciante Vargas, la caribe Clara, el doctor Monardes, el flamenco Groot, Monipodio, el rey de los ladrones, la Puños, una prostituta, el herrero Dreyer, un personaje entrañable que me encantó... Y dos personajes históricos, que en este caso reales pero que prefiero no desvelar de quiénes se trata por si alguien aún no se ha leído el libro, que serán fundamentales en la vida de Sancho. Y tengo que decir que precisamente la relación entre estos dos personajes, sus conversaciones, las situaciones en las que se ven inmersos, los piques que tienen entre ellos y las referencias que se hacen, algunas de ellas de hilar muy fino, fueron de las cosas que más me gustaron de esta novela.

Además de conocer bien a los personajes, que nos transmitirán todo tipo de sensaciones (amor, odio, impotencia, rabia, incluso a algunos de ellos ganas de matarlos con nuestras propias manos), el autor nos hará conocer también perfectamente Sevilla; son detalladísimas las descripciones que hace de los lugares, el laberinto de calles, los comercios, sus habitantes y hasta los olores que debían de pulular por la ciudad en pleno siglo XVI. Tanto es así que hay momentos en los que nos parecerá estar allí mismo, recorriéndola de la mano de sus personajes. Y lo mejor de todo, aparte del lenguaje sencillo pero muy cuidado, que utiliza el autor, es sin duda la enorme labor de documentación: conoceremos todo tipo de detalles sobre la vida en la Sevilla de aquella época, sobre los diferentes oficios, sobre hierbas medicinales, sobre la vida en galeras, y por supuesto sobre hechos históricos aunque, como indica Gómez Jurado en el epílogo, se ha tomado algunas licencias que explica perfectamente. Y todo ello sin abrumarnos con datos innecesarios ni aburridos.

Como curiosidad, en el prólogo de la novela el autor nos indica que, para obtener más información sobre algunas de las cosas que aparecen en la historia, podemos descargar en nuestro dispositivo móvil una aplicación que lleva el mismo nombre que la novela, y que podremos utilizar para capturar los símbolos que aparecen al final de algunos de los capítulos, lo que nos proporcionará información adicional tanto audiovisual como textual. También hay quien dice que, viendo cómo acaba la historia, es posible que haya una segunda parte; no sé si será así, pero también podría ser posible que con ese final el autor diera por terminadas las andanzas de los personajes de esta novela. Ya veremos si se anima a contarnos más cosas sobre ellos o no, aunque el propio Juan Gómez Jurado me comentaba hace unos días que posiblemente se anime, pero que le costó nada menos que cuatro años (aquí y en las siguientes siete entradas del mismo blog lo cuenta con todo detalle) escribir esta novela; así que supongo que se lo tomará con calma.

De momento no he leído nada más de este autor, y aunque El paciente me gustó, ya he visto en su web que el resto de sus novelas es todo suspense; pero desde luego, con La leyenda del ladrón, me ha quedado claro que me encantaría que se decantara más a menudo por el género histórico porque la novela me ha encantado. Una lectura totalmente recomendable, que además me ha recordado que aún tengo pendiente ver una película de la que me hablaron hace algunos meses: se trata de Miguel y William, en la que aparecen dos personajes históricos reales y que, por cierto, está rodada en España (algunas escenas tienen lugar en el castillo de Loarre).

miércoles, 11 de enero de 2017

Nos gustan los clásicos

Llevaba ya, si no recuerdo mal, dos o tres años sin apuntarme a ningún reto porque por lo general soy más de leer a mi aire y sin presiones; eso de tener que publicar una reseña un día concreto por haberme apuntado a una lectura conjunta, o de tener que leer un libro al mismo tiempo que más gente, no me convence demasiado. Sin embargo, hace unos días me apunté al reto 12 meses, 12 libros que convocaba Carmina, del blog De tinta en vena; y hoy he llegado por casualidad a la convocatoria de otro reto que me ha llamado bastante la atención; en este caso se trata de Nos gustan los clásicos, convocado por Francisco, del blog Un lector indiscreto.

Total, que viendo la cantidad de libros clásicos que tengo en las estanterías esperando su turno para ser leídos, finalmente he decidido apuntarme también a este reto. Además Francisco nos lo pone bastante fácil, porque para que el término clásico sea lo más amplio posible, su propuesta abarca todos aquellos libros cuya primera publicación haya tenido lugar antes de 1990. La otra condición es leer y reseñar cinco novelas clásicas durante este año. No parece muy difícil, ¿verdad?

Si os apetece la idea, podéis consultar todos los detalles en la entrada que Francisco ha publicado en su blog. Por mi parte, yo iré actualizando esta entrada según vaya leyendo y reseñando los libros. ¿Os animáis?

1. Las aventuras del valeroso soldado Schwejk / Jaroslav Hašek.
2. El collar de la reina / Alejandro Dumas.
3. El principito / Antoine de Saint-Exupéry.
4.
5.

lunes, 2 de enero de 2017

Montalbán

La tarde del 27 de diciembre de 2016, abandonaron Toledo por la CM-4000 y, al llegar a La Puebla, se desviaron hacia la CM-4009 en dirección al castillo. Tras un par de kilómetros de traqueteo por un camino de tierra, Mario detuvo el coche.

—Es aquí —anunció—. El resto tenemos que hacerlo andando. Si nos damos prisa, llegaremos antes de que empiece a anochecer.

—Pero ¿está muy lejos? A lo mejor tardamos mucho y se nos hace de noche por el camino… ¿No podemos ir en coche?

—Jorge, macho, ¿ya empiezas? —A veces, Pedro se desesperaba con la forma de ser de Jorge—. ¿No ves que hay una cadena que nos corta el paso? A no ser que tengas la llave o una varita mágica no, no podemos ir en coche. Y además dijo Mario que solo son dos kilómetros; lo haremos en dos patadas. Venga, tío, deja de quejarte y tira.

—Sí, son dos kilómetros —Mario observaba divertido a sus amigos. Vaya dos, pensaba; nunca cambiarían. Se dirigió a Jorge—. De todas formas se supone que vamos a pasar aquí la noche, así que no deberías preocuparte de que oscurezca antes de que lleguemos. ¿No te parece?

—Lo que me parece es que no sé si he hecho bien en venir con vosotros. Con lo bien que estaría en casa celebrando estos días de Navidad en familia, como siempre…

—¡Que tires! —Pedro estaba a punto de perder la paciencia—. Deberías dar saltos de alegría, joder. Estás a pocos minutos de ver una de las fortalezas más grandes de toda Castilla-La Mancha.

—Vale, vale, ya no digo nada más —Jorge hundió la cabeza entre sus hombros y, sin quitar la vista del suelo, empezó a caminar en la dirección que indicaba Mario. La noche iba a ser muy larga y pensó que sería mejor no protestar, o se las tendría que ver con Pedro.

Avanzaron varias decenas de metros por un camino que discurría entre cientos de encinas. Los rayos del sol empezaban a teñir de rojo y amarillo las nubes y el cielo, que parecían a punto de arder. Al cabo de un rato divisaron la silueta de la enorme fortaleza. Los tres se detuvieron casi al mismo tiempo, boquiabiertos.

—¿Qué os dije? Es una pasada, ¿eh? —Mario se sentía orgulloso cada vez que le descubría el castillo a alguien. Siguió caminando y apremió a sus amigos a continuar—. Venga, vamos a montar la tienda, así estaremos listos antes de que anochezca del todo. Venid conmigo; al lado de la torre del homenaje podremos resguardarnos del frío si acampamos pegados a la muralla. Además, justo allí hay un aljibe que a Pedro le será muy útil si se harta y tiene que tirarte. ¿Qué te parece, Jorge?

—Muy gracioso. No pienso abrir más la boca por hoy.

Sacaron sus cachivaches y, una vez montada la tienda, se acomodaron dentro. Los últimos rayos de sol ya se habían ocultado bajo las nubes y ahora estaban prácticamente a oscuras. De repente, algo sobresaltó a Jorge.

—¿Qué ha sido ese ruido?

—Yo no he oído nada; serán paranoias tuyas —contestó Pedro—. Y además, ¿no decías que no ibas a abrir más la boca?

—¡Joder! Hay alguien ahí fuera, estoy seguro.

Se quedaron callados y pudieron escuchar claramente unos pasos; pasos lentos, rítmicos y seguros, que hacían crujir la arenilla del suelo y que iban acompañados de un ruido metálico. Una voz sonó atronadora en el silencio de la noche.

—¿Quién me ayudará a conquistar Jerusalén?

—¡Tíos! ¡¡No me digáis que lo del templario iba en serio!! Yo me voy de aquí pero cagando leches— Jorge se levantó y, casi inmediatamente, se volvió a quedar sentado; Pedro le había pegado un fuerte tirón del jersey.

—¿Os queréis callar de una vez? —Mario abrió la cremallera de la tienda, asomó la cabeza y se dirigió al desconocido que, plantado allí de pie, iba vestido como un caballero templario y lo miraba con curiosidad. Las palabras salieron de su boca sin que casi le diera tiempo a pensarlas—. ¡¡Yo te ayudaré a conquistar Jerusalén!!

Para asombro de los tres amigos, cuyos tres rostros ya asomaban por la puerta de la tienda, el recién llegado se arrodilló; inclinó la cabeza, al tiempo que ponía una mano en el pecho y la otra sujetaba su espada.

—Caballeros, soy fray Bernardo. Acompáñenme, por favor. Les mostraré el tesoro.



A la mañana siguiente, el guía oficial de la Casa de Osuna se disponía a hacer la primera visita del día con un grupo de turistas.

—Muchos conocen esta fortaleza como el castillo templario de Montalbán —explicó mientras contemplaban la imponente construcción desde la explanada—; pero nada más lejos: en realidad solo perteneció a la orden durante 87 años. Los primeros restos documentados son de época romana, y también perteneció a visigodos y a musulmanes.

Después guió al grupo por el foso, el baluarte, un tramo de muralla y la entrada principal; al atravesar la puerta vio algo que le parecieron restos de una fogata. Pensó que habrían sido unos gamberros, como pasaba a menudo. A veces iban de día, daban una vuelta, subían a la muralla y poco más; “qué ignorantes”, pensó. “No saben lo que se pierden recorriendo la fortaleza en tan solo unos minutos…”; pero otras veces iban de noche, buscando ese tesoro que los caballeros de la orden habían escondido en algún lugar. Según una leyenda, uno de ellos se aparecía aquí, cada 27 de diciembre por la noche, para mostrar el sitio exacto en el que sus compañeros de armas lo habían ocultado.

En ese momento algo que brillaba en el suelo, a los pies de la torre del homenaje, llamó su atención. Se agachó para cogerlo y vio que era el broche de una capa templaria. El guía no pudo evitar esbozar una sonrisa; el castillo había pertenecido a los templarios durante poco tiempo, pero fray Bernardo lo había vuelto a hacer…


Con este relato participo en el concurso de Cuentos de Navidad patrocinado por Iberdrola. Si alguien está interesado, puede animarse aún: el plazo está abierto hasta el próximo 6 de enero a las 23:59 horas.