martes, 13 de septiembre de 2016

El ángel caído - Amelia Noguera

Publicación: Autopublicada
Edición: 1ª ed.
Descripción física: 170 p.

CDU: 821.134.2-31"19"
Signatura: N NOG ang
Precio: 2,99 euros en Amazon.





 
¿ES POSIBLE CAMBIAR EL MUNDO?

Los que pasáis habitualmente por aquí ya sabéis que, desde que descubrí a Amelia Noguera cuando me estrené con su Escrita en tu nombre, he ido siguiendo sus andanzas literarias, que son de lo más interesante. Tenía este libro desde hacía algunos meses esperando su turno para ser leído, pero como siempre, le llegó el momento bastante tiempo después...


Argumento y personajes

La historia tiene dos parejas protagonistas; por un lado tenemos a Irene y a Héctor, que como jóvenes que son están convencidos de que pueden cambiar el mundo. Pero como se han dado cuenta de que por las buenas va a resultar poco menos que una misión imposible, deciden hacerlo por las malas; y ni cortos ni perezosos se unen a una célula terrorista del Estado Islámico. Es Héctor quien se "estrena" primero: para demostrar que va a ser capaz de cometer atentados más grandes, hace estallar una pequeña bomba en un autobús; pero después le tocará el turno a Irene, que por su parte también deberá demostrar que va a ser capaz de meterse en esto...

Y es precisamente con el estallido de esta bomba como conoceremos más a la segunda pareja protagonista; se trata de Fran y Andrea, que se han divorciado recientemente y no sólo eso, sino que Andrea se ha marchado a vivir a otro país, por lo que es con Fran, policía de profesión, con quien se ha quedado Alicia, la hija de ambos. Después del divorcio, Alicia se ha convertido en la principal razón por la que Fran sigue adelante con su vida; lo malo es que ella resulta muerta en la explosión. Y a partir de ese momento, el único sentido que Fran le encontrará a su existencia será localizar al culpable y matarlo. Como lectores, nosotros desde el principio sabremos que ese culpable ha sido Héctor; pero ahora le tocará a Fran averiguarlo.

Por supuesto, a lo largo de la novela nos iremos encontrando a otros personajes secundarios que también tendrán su momento, como la vecina ancianita que sufre porque hay alguien en el parque envenenando a los perros; como el mejor amigo de Fran, que también es policía; como los padres de Héctor, a los que conoceremos de pasada pero enseguida adivinaremos que la relación con su hijo no es buena pero aun así están muy preocupados por él; como una enfermera que aparece un buen día, viendo el mundo y a la humanidad de color rosa, y que tendrá bastante importancia en la historia... Incluso veremos, en varias ocasiones y en más de una forma, el famoso ángel caído cuya estatua está en el madrileño parque de El Retiro. Pero para conocerlos a todos ellos tendremos que animarnos a leer la novela.


Mis impresiones

Siempre que escribo una reseña sobre una novela de Amelia, una de las cosas que menciono es su tratamiento de los personajes; unos están lógicamente más perfilados que otros, pero por lo general Amelia nos los presenta con el suficiente detalle como para que nos hagamos una idea casi perfecta de lo que piensan, por qué motivos hacen las cosas que hacen, cómo son, qué ha ocurrido en sus vidas para que sean así y no de otra manera... Y en este caso, como no podía ser menos, ocurre lo mismo.

Por un lado seremos partícipes de la congoja de Fran por haber antepuesto el trabajo a todo demás y no haber sido capaz de salvar su matrimonio; a veces las personas tendemos a echarnos a nosotros mismos la culpa de que algo (en este caso una relación) no haya funcionado, aunque no sirva de nada y aunque ya sea demasiado tarde. Pero en el caso de Fran es algo con lo que tiene que vivir cada día, porque no hace más que darle a vueltas a cómo habría sido su vida si hubiera sido capaz de vivirla algo menos pendiente del trabajo. Más aún, en ocasiones se pregunta qué habría pasado si hubiera escuchado a su sexto sentido; está convencido de que, de haber hecho caso a su intuición al subirse a ese autobús, su hija Alicia aún seguiría viva. Y en muchos momentos de la lectura me sentí identificada con Fran, aunque también es cierto que hubo otros muchos momentos en los que con gusto le habría dado unos cuantos bofetones. Y es que entiendo perfectamente que hay situaciones en la vida que nos ponen a prueba, y que a veces se nos quitan las ganas de luchar y de seguir adelante... Pero un rato y ya, que eso de pasarse el tiempo compadeciéndose de uno mismo, además de no ser nada productivo, es algo que a mí sinceramente me pone de los nervios. Y muchas veces Fran se queda atascado dándole vueltas a las mismas cosas.

Por otro lado, sentiremos pena por la pobre Alicia, porque yo he conocido de primera mano la sensación de cuando tus padres se divorcian y no es nada agradable, incluso cuando es de mutuo acuerdo. Alicia está un poco confusa, aunque por desgracia tampoco tendrá mucho tiempo de sufrir las consecuencias del divorcio de sus padres porque ya sabemos cómo acaba. Y lo que también haremos, al menos en mi caso, es cogerle un poco de manía a Andrea, su madre; y es que siempre se dice que una madre haría cualquier cosa por sus hijos, y que no se plantearía separarse de ellos. Sin embargo ella se va nada menos que a Brasil, y le vende a Fran la moto de que la niña estará mejor con él y que ya tendrá ocasión de verla cada tantos meses. ¡Meses! Andrea me dio un poco la sensación de ser bastante egoísta y de pensar sólo en ella misma; no me pareció que pensara para nada en su hija. Pero como siempre digo, esto son sensaciones mías y quizá estoy equivocada; nunca se sabe.

En cuando a Héctor, a través de la lectura iremos sabiendo por qué, siendo tan buen estudiante como es, y estudiando lo que le gusta, y llevándose tan bien con Irene, se mete nada menos que en líos de atentados terroristas. Supongo que de jóvenes todos hemos querido en algún momento cambiar el mundo, o hemos soñado con cómo sería la vida si el mundo fuera distinto. Pero a mí me cuesta mucho pensar que una persona joven como Héctor, que tiene toda la vida por delante y unos padres y una novia que lo quieren, tenga tan claro que la única forma de cambiar el mundo es recurriendo a la violencia; o al menos esa es la impresión que nos da. Y bueno, Irene creo que no es del todo consciente del lío en el que los dos se pueden acabar metiendo, que una cosa es querer cambiar el mundo y otra muy distinta tener tratos con el Estado Islámico... Con Irene pasa un poco lo mismo, también quiere cambiar el mundo pero da la sensación de que no tiene del todo claro eso de cometer atentados, por más que se empeñe en decirle a Héctor que sí está perfectamente preparada; creo que a ella en realidad le preocupan más sus estudios y sus exámenes de la universidad. Pero todos en la vida hemos hecho tonterías por amor, y esa es la sensación que me da Irene, que se plantea estas cosas sólo porque tiene un novio guapo, buen estudiante, con el que se lo pasa estupendamente en la cama y que encima quiere salvar al mundo. ¡No se puede pedir más!

Y en este caso me he enrollado un poco más con el apartado de los personajes porque las cosas que hacen y que dicen me han hecho reflexionar mucho. Pero es que en esta novela, más que en las demás que he leído de Amelia, me ha dado la impresión de que la autora está todo el rato poniendo a los personajes a prueba, tirando de la cuerda cada vez más para ver cuáles son sus límites y hasta dónde son capaces de llegar, y sobre todo cuánto son capaces de pensar. Ha sido una sensación de lo más curiosa.

Otro tema es el de la prosa de Amelia, siempre tan cuidada y a ratos incluso tan poética. En esta novela quizá no es tan poética como en otras; es un poco diferente, en algunos momentos no me parecía que estuviera leyendo una novela de Amelia, aunque desde luego sí está igual de cuidada que siempre. Pero por encima de todo, aunque me doy cuenta de que vuelvo al mismo tema, lo que destacaría es el hecho de que la autora desarrolla mucho, muchísimo, el mundo interior de los personajes. Piensan mucho, eso ya lo he mencionado antes, pero hablan poco entre ellos, o al menos no hablan tanto como yo habría esperado. Será que yo soy de hablar para solucionar las cosas, en lulgar de callarme como hacía antes; pero me ha parecido que algunas de las situaciones se habrían podido encarrilar de otra manera si los personajes se hubieran dedicado a dejarse las cosas claras unos a otros.


Conclusión

Una de las cosas sobre las que me ha hecho reflexionar esta novela ha sido la posibilidad de realmente cambiar el mundo. ¿Se podría hacer? Y en caso de poder hacerse, ¿cómo hacerlo? ¿Es el amor el que puede cambiar el mundo, o por el contrario la única manera de cambiarlo es recurriendo a la violencia, como hacen algunos de nuestros personajes? Compartamos o no su punto de vista, al leer esta novela entenderemos perfectamente la forma que tienen ellos de plantearse ese cambiar el mundo; y nos podremos meter en la mente de las personas que ponen su granito de arena, tanto haciendo cosas buenas como otras cosas que nos horrorizan.

Además, en este caso los hechos que relata son tan reales que, con las cosas que están pasando úlltimamente, no podremos evitar pensar durante la lectura que algunos de los personajes podría ser cualquiera de nosotros. Esa esa la facilidad que tiene Amelia para retratar el mundo que nos rodea, haceer que nos metamos en sus historias y en el pellejo de sus protagonistas, aunque en este caso no me haya identificado especialmente con ninguno de ellos.

Si os animáis a leer esta novela, os tocará a vosotros reflexionar sobre si de verdad entre todos podemos cambiar el mundo para hacer de él un lugar mejor, o si son sólo sueños de nuestros jóvenes protagonistas.

2 comentarios:

  1. De todas las novelas de Amelia Noguera (y he leído tres, solo me quedaría esta y "La marca de la luna"), ésta es la que menos me llama la atención. Y yo creo que espor culpa del argumento, pese a ser de rabiosa actualidad, me resulta poco creíble, especialmente lo de Héctor; y es por eso que no me animo a leerlo.

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    1. A mí no me ha gustado tanto como otras novelas de Amelia, pero creíble sí que es; o al menos yo creo que lo es. Pero en el caso de Amelia eso no es nada nuevo.

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